domingo, 22 de abril de 2018

Vaciar para poder llenar

Hace unos meses atrás, en el post cuando toca, dábamos una breve pincelada sobre esas situaciones con que a veces las personas se encuentran, sin merecerlas, situaciones ajenas a ellas, porque mira, porque sí, porque toca.

Pues bien, en el intrínseco  -y tan bello-  camino de la vida, todas las cosas, todas las situaciones y vivencias con que nos hayamos, sea voluntaria o involuntariamente, van llenando nuestra mochila.

Si hay algo que está claro es que todos y cada uno de nosotros llevamos una a la espalda. Cada quien la suya. Eso no se elige. Se lleva y ahí está, es así. Lo que sí se puede  -y se debe-  elegir es de qué la llenamos. 

Y he ahí el kit de la cuestión. De eso se trata la vida, de llenar nuestra mochila con todo aquello que nos aporta, nos ayuda, nos favorece, nos hace crecer, nos permite avanzar, nos suma. 
Obviamente cuando las situaciones son todo lo contrario a esto, también se va llenando la mochila, sin apenas darnos cuenta. Y es entonces cuando empieza a pesar. A pesarnos demasiado. A veces, necesitamos “rompernos el espinazo” para darnos cuenta de lo mucho que nos pesa la mochila, de que vamos cargados como burros  -y nunca mejor dicho-. Sobretodo las primeras veces. Una vez que se toma consciencia es mucho más sencillo darse cuenta e irla vaciando llegado el momento mucho antes de que empiece a pesar. Si es que todo tiene su lado positivo, siempre.

Pues como nos encontramos en periodo de evolución, ha llegado también el momento de más que vaciar, “tirar” esas situaciones que nos fueron acontecidas por aquel entonces. 
Como siempre pasa, no veíamos el momento  -no es que no se vea, es que no se quiere ver, que no es lo mismo-, estaba en el cajón de “ya lo haré”, “ya me ocuparé”. Pues bien. El momento ha llegado. Desconocemos lo que ocurrirá  -eso nunca se puede saber-, pero lo que sí tenemos claro es que también de eso nos vamos a liberar, por fin. Que nos va a costar, pues sí. Que todavía no imagino el momento ni la situación, pues también. Pero que ha llegado su momento. Al final, todo tiene su momento y su lugar. Y que lo afrontaremos como siempre hemos hecho. De cara. De frente. Somos así, qué le vamos a hacer. Nunca hemos sido de huir y salir corriendo. Esconderse es para los cobardes. Y nosotros de cobardes tenemos muy poco. Más bien nada. Las cosas en la vida hay que afrontarlas siempre tal cómo vienen.

Así que aquí estamos, llenos de fuerza aunque todavía inquietos. Han sido meses de nervios, de inquietud, de inseguridades en cierta manera, de incertidumbre, de pensar  -demasiado seguramente-, de anhelo quizás también  -para qué nos vamos a engañar-, de “incomodidad”, de valor, de echarle un par, de tirar hacia delante siempre, pero sobretodo de impotencia, las injusticias siempre nos producen esa impotencia tan demoledora. Pero podemos con todo. Con todo y más 💪🏻. Mi Cachorrito y mami somos unos luchadores y juntos podemos con todo ❤️.

Tú mi amorcito&mami estamos por encima de todo,
juntitos podemos con todo vida mía 

Aunque se nos haga un poco cuesta arriba  -hay cosas que siempre cuestan-, nos apretamos los machos y la subimos,  tenemos ganas de finiquitarlo. De cerrar esa puerta por decirlo de alguna manera. Darle carpetazo. De sacarnos ese peso de encima, de vaciar la mochila de eso que además, es lo último que queremos con nosotros. No lo hemos elegido, nos tocó, como tocan las cosas a veces en la vida. Por lo que no nos pertenece. Ni nos pertenece ni lo queremos. No queremos nada tóxico. Lo repudiamos. Lo rechazamos. Fuera. Y es por eso que hay que sacarlo. No hay lugar ni en nuestra vida, ni en nuestra mochila, ni en nuestro ser, para ese tipo de cosas o situaciones. Mi amorcito y mami sólo albergamos cosas buenas, positivas, energías libres de impurezas, sólo aquello que nos llena. No hay lugar en nuestra alma para rencores ni maldades. Aunque en ocasiones nos vengan así, mal dadas. No pagamos con la misma moneda. No somos así. Nosotros pagamos con billete, y regalamos el cambio. Hay niveles 😉😎😜. 

Hace mucho, mucho tiempo, mi mochila solía ser muy pesada y mi espalda solía estar dolorida  -y resentida-  de cargar tanto peso. Peso que no me correspondía, que no tenía que ser para mi, pero que a veces, decidimos cargar uno mismo pensando que así evitamos que otra gente lo cargue. Y nos equivocamos. De ese modo lo único que hacemos es cargar con mucho más peso del que nos toca y que ésa gente, a su vez, también lo esté cargando, pues a diferencia de lo que creemos, no se lo evitamos. Nos sobrecargamos y de una manera totalmente innecesaria.

Y así es como desde hace mucho, mucho tiempo, mi mochila es ligera, es liviana, fácil de llevar siempre, a todos los sitios, para poder hacer camino, solamente llevo siempre conmigo aquello que quiero llevar, que deseo, que necesito y que me hace sentir bien, permitiéndome continuar con el camino, facilitándome el camino, y no obstaculizándomelo. 
Es más, hace muchos años ya que la mayoría de cosas y situaciones, ni si quiera pasan por mi mochila. Si no suma, que no reste. Es la fórmula mágica. Y como buena mochilera, aventureros y wild family que somos, sabemos bien que es preciso vaciar de todo aquello que resta, obstaculiza, pesa y paraliza o retiene, para poder llenar de todo lo que nos haga y nos ayude a disfrutar del camino. 

Disfruten del camino, queda mucho por recorrer y descubrir..

Saboreen el destino. 


Feliz día de la (madre) Tierra 🌎☺️💚🙏🏻


Las adversidades nos hacen más fuertes, y nos unen todavía más si cabe, Cachito&Mami..*

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